La era oronda de Helmut Kohl y Borís Yeltsin ha terminado. Ahora una buena caída de chaqueta sobre un cuerpo fibroso es el santo y seña de los poderosos. Eso lo sabe Sarkozy, que duerme con la esbeltísima Carla Bruni y desayuna con el impecable palmito espigado de Barack Obama en cada portada.
Que el presidente de la República hacía footing ya era conocido. Pero que comía a base de sopas, verduras, queso fresco y fruta trascendió este verano, precisamente cuando le dio un desmayo mientras hacía deporte.
A juzgar por las fotos de algunos de sus ministros, la saludable mezcla de dieta y ejercicio no se trata de una opción personal del presidente: parece un asunto de Estado. El nutricionista Jean-Michel Cohen, que atiende en su gabinete a numerosos políticos, lo ha dejado claro en el Le Parisien: "La figura se ha convertido en un vehículo de comunicación política".
Sarkozy lo ha tenido siempre tan claro que, como asegura el periódico francés, llegó a recomendar a un diputado al que pensaba nombrar ministro que cambiara de peluquería y perdiera unos kilos. Visto esto, el ministro del Interior, Brice Hortefeux, ha hecho una dieta tan rigurosa que ha dejado preocupados a sus amigos, según la prensa francesa.
El de Industria, Christian Estrosi, dice que debe su aspecto a que corre 15 kilómetros tres veces por semana. Los titulares de Integración, Eric Besson, y de Comercio, Hervé Novelli, están mucho más delgados. Y los presidentes del Senado y el de la Asamblea Nacional también se han apuntado a los hábitos frugales.
Todo comenzó en el verano de 2007, cuando Paris Match sacó la fotografía de un Sarkozy en bañador al que le habían desaparecido los michelines gracias al Photoshop. Desde entonces, Sarkozy no ha dejado de correr.