Ivanka, la cuarta hija por edad de Donald Trump, ha ganado la guerra que mantenía contra Corey Lewandowski, el jefe del equipo de campaña de su padre. El resultado es que Lewandowski, que fue quien consiguió, con su estilo agresivo que Trump resucitara políticamente en New Hampshire, donde se anotó una victoria histórica frente a sus rivales, dimitió el pasado domingo.
Le sustituye un hombre que es exactamente su antítesis: Paul Manafort. De hecho, Manafort ya había tomado el control efectivo de la campaña -incluyendo su presupuesto- en abril pasado, relegando a Lewandowski al papel de florero. La razón es que Lewandowski no es exactamente la mejor persona para forjar alianzas... y para demostrarlo, ahí está la controversia que le rodea desde que agarró del brazo a la periodista de la web conservadora Breitbart
Lewandowski es famoso por usar todas las armas a su disposición, y, entre ellas, muy especialmente la del Islam. Quizás sea algo personal, ya que su mujer, Alison, perdió a su primer esposo en los atentados del 11-S, cuando éste tomó el segundo avión que los terroristas estrellaron contra la Torres Gemelas.
El ya ex asesor de Trump ha destacado por jugar la baza del Islam, viniera a cuento o no, en las campañas en las que ha trabajado desde hace más de una década. Pero esa tendencia a demonizar a todo lo que venga de Oriente Medio le ha ocasionado problema incluso dentro de su propio partido y con alguien tan poco sospechoso de ser un pacifista como George W. Bush.
Fue en 2004, cuando, en las primarias republicanas de New Hampshire, Lewandowski dirigía la campaña de la reelección de Robert Smith al Senado por el estado de New Hamsphire. El rival de Smith en las primarias republicanas era John Sununu, descendiente de una larga dinastía republicana cercana a la familia Bush que descienden de inmigrantes libaneses. Durante la campaña, Lewandowski arguyó que, a consecuencia de ese origen, Sununu podría no ser leal a EEUU en la guerra contra el terror lanzada el 11-S. Fue una acusación que levantó ampollas entre los republicanos, y que hasta provocó una llamada de teléfono de George W. Bush a Smith para pedirle que dejara de usar esa retorica.