En 2007 en México el tema de los medios y las campañas cobró mucha fuerza porque los legisladores presentaron en noviembre un predictamen de las comisiones unidas para reformar la Ley electoral, en el que plantearon ante los representantes y dueños de los medios de comunicación, los nuevos lineamientos sobre los que tendrían que regirse no sólo las campañas electorales, sino también las opiniones vertidas en los diferentes medios electrónicos por lo propios comunicadores. Y que ahora serían los medios quienes tengan que absorber los costos de la publicidad oficial en tiempo electoral y no electoral.
¿De qué estamos hablando aquí? De una reforma para poner límites y acabar con el mercantilismo en las campañas políticas o de un subsidio de los medios hacia los partidos y lo peor, de una ley mordaza que buscaba el control mediático de los partidos políticos. Es verdaderamente incomprensible que luego de un proceso de transición que dio fin a la hegemonía priista y al presidencialismo de antaño, que si bien no al final de sus días en el poder pero sí en el fervor de su ejercicio, se caracterizó por aquel autoritarismo en donde nadie podía corregir ni mucho menos criticar las acciones del ejecutivo ni de sus súbditos en el poder, hoy en pleno siglo XXI, en un mundo globalizado y en donde los procesos democratizadores están emergiendo incluso en países que nada tienen que ver con la cultura occidental ni con sus ancestrales regímenes de republica, en México los procesos vayan en retroceso y hacia un absolutismo ya superado. Y veo que el problema se repite en otros países. Si bien no de la misma manera, es cierto que la labor periodistica que en teoría debia de haber cobrado mas libertades en paises que superaron el autoritarismo, continúen presiones informativas.