La comunicación no verbal, la clave del debate a cuatro

La comunicación no verbal, la clave del debate a cuatro

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Los principales candidatos a la presidencia del Gobierno se vieron las caras en un debate a cuatro sin precedentes moderado por tres de los rostros más reconocibles de los grandes grupos de comunicación en nuestro país... pero la clave no estuvo en los discursos preparados y previsibles, sino en la indumentaria, los gestos, las miradas y los movimientos.

El experto en comunicación política de la agencia de comunicación 3AWW, Miguel Ángel Rodríguez Caveda, ha analizado los aspectos no verbales que marcaron el debate, no solo por su contenido, sino por las diferencias en la comunicación kinésica que mostraron los candidatos de los principales cuatro partidos.

Rodríguez Caveda asegura que “todos tuvieron una oportunidad única para convencer; no solo por sus palabras, sino también a través de sus gestos, a los millones de españoles que siguieron atentamente el debate en las diferentes cadenas de televisión. Sin embargo, pudimos ver cómo algunos de ellos no supieron sacar el máximo partido a este aspecto tan decisivo”.

Uno de los aspectos que más expectativas suscitó fue la indumentaria. ¿Con o sin corbata? ¿Traje o solo americana? ¿Colores elegidos? Estos aspectos fueron motivo de debate y comentarios entre los tertulianos y los periodistas presentes en el Palacio de Congresos. “Ninguno de ellos se salió de su estilo habitual. Los líderes de los partidos tradicionales apostaron por traje y corbata, mientras que Albert Rivera y Pablo Iglesias apostaron por un estilo más informal”, apunta el presidente de 3AWW.

Como ya ocurrió en el último debate entre Rajoy y Sánchez, ambos utilizaron corbatas del color de sus respectivos partidos. Se trata de una estrategia muy corporativa, aunque ligada al tradicional bipartidismo, “quizá para remarcar la importancia histórica de ambas formaciones, ofrecer cierta confianza y llegar al electorado más tradicional”, añade Rodriguez Caveda.

El líder del partido Unidos Podemos, Pablo Iglesias, optó por no usar ni chaqueta ni corbata, apoyándose en una prenda que emplea a menudo: una sencilla camisa blanca para diferenciarse del resto, y nada habitual en este tipo de acontecimientos”, señala el experto en comunicación política.

Otro de los aspectos en los que pudimos ver el grado de comodidad en este tipo de formatos o, en su defecto el nerviosismo, fue a través de los gestos. “Para muchos políticos controlar los movimientos corporales resulta muy complicado, por eso es uno de los aspectos que más están trabajando con su equipo de campaña”, asegura Miguel Ángel Rodríguez Caveda. El lenguaje de los gestos ha sido siempre uno de los puntos más críticos del candidato de Ciudadanos, sin embargo, ayer se le vio tranquilo y sin los habituales tics que le acompañan como el de recolocarse la chaqueta o tocarse el dedo meñique.

Rivera corría el riesgo de volver a parecer nervioso e incluso hiperactivo a causa de sus movimientos constantes, por ello en el debate vimos a un candidato más tranquilo, sereno y paciente (en lo gestual), una actitud que fue acompañada por el uso de gráficos y titulares de periódicos para apoyar sus intervenciones y ocupar las manos con algo”.

El gesto de la unión entre las yemas del índice y el pulgar remarcando sus intervenciones ya es característico de Mariano Rajoy, y una vez más ayer fue su principal seña de identidad. “Debería alternarlo con otros gestos porque denota imposición y cierta intransigencia; aunque ayer estaba claro que quería dejar patente su posición de experiencia y conocimiento frente a los otros candidatos”. Sin embargo, al presidente en funciones, “a pesar de no poder controlar en ocasiones sus ya característicos ‘tics’ en los ojos, se le vio más sonriente que en otras ocasiones, incluso cuando recibía duras críticas de sus tres adversarios. Utilizó diversos gráficos para apoyar sus palabras, aunque falló al no mostrarlos a cámara”, añade el experto en comunicación política.

El líder del PSOE comenzó moviendo mucho las manos y destacó por su expresividad facial y su risa “exageradamente irónica”. Su mirada era, en ocasiones, “desafiante e incluso en algunos momentos de cierta agresividad”, sobre todo con Rajoy; mientras que Iglesias mantuvo un rostro serio e incluso de enfado e indignación. “Durante todo el debate mantuvo un bolígrafo en la mano y usó su atril para apoyarse, aunque no pudo controlar susurrar con indignación en cada intervención de sus oponentes, algo que le perjudicó porque se le escuchaba hacerlo de forma recurrente y parecía poco menos que un actor al que le salía la vena melodramática”, concluye Miguel Ángel Rodríguez Caveda.

Para el presidente de 3AWW, “todos estos aspectos están cobrando más importancia en las intervenciones de los políticos no sólo en eventos de esta envergadura, sino en su día a día”.

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