Eliminado en la primera vuelta de la elección presidencial, François Fillon se está viendo envuelto en una nueva historia sobre unas presuntas «relaciones sentimentales», reales, presumidas o imaginarias, con la responsable de su servicio de prensa, Caroline Morard.
El semanario Closer, el mismo que reveló la historia de amor entre François Hollande y la actriz Julie Gayet, ha publicado una información polémica que consiste en que Caroline Morard habría «perdido» un brazalete de oro de la marca «Hermès» en la habitación personal de Fillon, en un hotel de Córcega, al final de un viaje electoral.
Caroline Morard es responsable de comunicación de Fillon desde el 2012. Se trata de una mujer joven, guapa, enérgica, tenista de muy alto nivel, y aficionada a los deportes de élite, que acompaña al ex-candidato conservador a la presidencia de la República noche y día, desde hace un lustro.
Durante el último viaje de Fillon a Córcega, el candidato y su equipo sostuvieron una «reunión de trabajo» en un hotel de Ajaccio. Tras el balance político del viaje, todos los miembros del equipo volvieron a sus respectivas habitaciones. A la mañana siguiente… cuando Fillon ya estaba en París y Caroline Morard hacía su maleta en el hotel, descubrió que había perdido un brazalete de oro que han podido percibir todos los periodistas que han cubierto la campaña de Fillon.
Apremiada, Caroline Morard denunció la pérdida de su brazalete a la dirección del hotel, tras lo que regresó a París. Horas más tarde, Closer afirmaba que el brazalete de Morand había sido descubierto en la habitación que había ocupado François Fillon.
La revelación de Closer se transformó rápidamente en una tormenta en las redes sociales; y doce horas más tarde, la dirección del hotel publicó un comunicado desmintiendo las afirmaciones del semanario «rosa». Pero fue en vano, ya que no era un secreto que Caroline Morard acompaña a Fillon noche y día por razones profesionales.
Con la polémica, han comenzado a rescatarse fotos personales de la pareja, como las que se tomaron en el circuito deportivo de Le Mans, que no tienen nada de escandalosas, pero si confirman una aparente complicidad física entre un hombre aficionado a los coches de carreras, vestido con la ropa de un participante en las 24 horas de Le Mans, y una señora moderna que lo acompaña en unas circunstancias que tienen muy poco de políticas.