Reproducimos, por su interés, un reportaje publicado por Santiago Saiz en el diario El Mundo, en el que utilizando como excusa el asunto relacionado con la cacería de lefantes del Rey Don Juan Carlos, analiza la importancia de Twitter en el ámbito de la comunicación política.
La cacería del Rey en Botsuana se conoció el sábado por la mañana, después de su operación de cadera, y las disculpas han llegado justo antes de salir del hospital. Casi cinco días en los que, mientras el monarca se encontraba convaleciente, las redes sociales, particularmente Twitter, no han dejado de comentar, en serio y en broma, la inoportunidad de su viaje vacacional en el delicado momento que vive la economía española.
¿Hasta qué punto ha influido el estrépito en Twitter en esta reacción? Para Luis Arroyo, consultor de comunicación y autor de "El poder político en escena", "había un clamor en Internet, pero también en las cafeterías, y el ámbito de la conversación cotidiana de la gente corriente sigue siendo filtrado por los informativos de televisión y los grandes medios tradicionales". Según explica, "el Rey ha tenido que pedir perdón no por las redes sociales, sino porque había metido la pata y estaba en todos los sitios".
Alfredo Franco, consultor de comunicación política de Redondo y Asociados, también sitúa el entorno 2.0 en un ecosistema más amplio de influencias. "No hay que perder la perspectiva. La decisión no viene tanto dada por las redes sociales sino por la presion mediática que ha habido en los últimos días. Zarzuela siempre va a tener en cuenta otras cosas antes, las redes forman parte del ruido social, contribuyen a generarlo, pero no hay que creer que son actores fundamentales en la toma de decisiones a este nivel".
Adolfo Corujo, socio director y responsable de comunicación online de Llorente & Cuenca, subraya el valor de la respuesta en Internet. "La credibilidad en las redes se gana precisamente en la gestión de las respuestas. Otra cosa es que deban ser inmediatas, que yo no creo que deban serlo. La Red no vive un ritmo endiablado como parece, permite meditarlas". Coincide con sus compañeros a la hora de calibrar la influencia del debate 2.'. "Es un elemento más que presiona, no creo que sea el único", afirma. Junto a la rapidez en la contestación, la forma de llevarla a cabo. Una declaración breve, más breve que un 'tuit', y sólo ante los medios públicos.
"¿Qué quieres, que el Rey se someta a una rueda de prensa, que no lo ha hecho en su vida? Me ha parecido innovador que lo haya hecho con tanta contundencia y con tanta sinceridad, infinitamente mejor que Urdangarin", sostiene Arroyo. Desde su punto de vista, "aunque el perdón haya sido en formato 'pool', para muchos ciudadadanos se trata de un asunto concluido".
Otro especialista, que prefiere mantenerse en el anonimato, apunta no obstante un problema pendiente: "La clave de la credibilidad es responder dentro del código en el que se han formulado las preguntas, y la Casa Real no tiene identidad digital". Alfredo Franco introduce la desviación que supone el anonimato "porque fomenta el lado más histriónico, más caricaturesco, la creatividad graciosa y eso saca las cosas de contexto". En ese sentido, Arroyo recuerda cómo "en Internet abundaban las posiciones ultracríticas que piden la cabeza del Rey".
Aunque maticen su influencia, los consultores políticos sí valoran otras aportaciones de las redes sociales. Para Luis Arroyo, "monitorizan los puntos donde hay un fuego posible". Según Alfredo Franco, suponen "un termómetro". Y en opinión de Adolfo Corujo, amplifican la voz de la ciudadanía: "Si una persona que tiene un perfil público no sigue ese canal, se está aislando".