Bo Xilai, el político más populista de China que ha jugado como ningún otro con los medios de comunicación social, ha perdido definitivamente cualquier probabilidad de futuro político al ser degradado de todos sus cargos en el Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista Chino (PCCh), aunque hasta el momento se le ha conservado la militancia.
Bo ha sido el único dirigente chino que, como si estuviera en Estados Unidos, ha hecho campaña abiertamente para conseguir uno de los nueve escaños del Comité Permanente, la mayoría de los cuales debe renovarse durante el XVIII Congreso del PCCh que se celebrará en Pekín el próximo otoño.
Al frente de la corriente más maoísta del partido, que cultivó con simples gestos como la recuperación de las antiguas canciones maoístas y con otros más polémicos como la ejecución de funcionarios corruptos, Bo aglutinaba el descontento de millones de chinos a los que las reformas han privado de los dos grandes logros del maoísmo: la educación y la sanidad gratuitas.
Ministro de Comercio entre 2004 y 2007, Bo Xilai vio en su siguiente cargo como jefe del PCCh en la municipalidad de Chongqing un perfecto trampolín para sus ansias de liderazgo. Situada en el corazón de China, con más de 30 millones de habitantes y muy subdesarrollada en comparación con las otras tres municipalidades chinas (Pekín, Shanghai y Tianjin), Chongqing era el escenario adecuado para hacer campaña loando un pasado maoísta más igualitario, menos corrupto y más dictatorial y, por tanto, sin las mafias y triadas que habían florecido en los últimos años al calor de la apertura económica.
Cuenta el diario El País que Bo Xilai llegaba avalado por su padre, Bo Yibo (1908-2007), uno de los llamados ocho venerables, los ocho fundadores del PCCh y participantes en la Larga Marcha que fueron purgados durante la Gran Revolución Cultural (1966-1976) y que tras la muerte de Mao Zedong (1976) retomaron el poder.
El hasta hace dos meses mano derecha de Bo Xilai, Wang Lijun, fue quien destapó al tratar de refugiarse en el Consulado de Estados Unidos en la vecina ciudad de Chendu, el mayor escándalo que ha sacudió la política china desde el arresto de Banda de los Cuatro, poco después de la muerte de Mao Zedong en 1976. Wang aportó, según diversas fuentes, documentos que vinculan a Gu Kalai, la esposa de Bo, con la muerte del hombre de negocios británico Neil Heywood y aseguró para solicitar asilo político que su vida corría peligro porque había sido amenazado por Gu.
"No importa quien sea ni que alta posición ocupe, si hay violaciones de la disciplina del partido y de las leyes de la nación no vamos a tolerarlo”, dice un editorial del Diario del Pueblo, el órgano de difusión del PCCh al pedir a todos los chinos que se unan tras la decisión de expulsar a Bo Xilai del Politburó.
Esto revela que Bo cuenta con numerosos apoyos y que el PCCh teme que su expulsión suponga una amenaza a la estabilidad del partido, tan necesaria en estos meses previos al XVIII Congreso.