“El problema no es solo de fake news, sino mucho mayor, en general de desinformación en internet, y lo cierto es que aún no se sabe cómo afrontarlo”. Son palabras de Clara Jiménez, periodista y único miembro español del grupo de alto nivel que asesora a la Comisión Europea sobre la problemática de las noticias falsas, que fue la protagonista del último Encuentro Forocompol.
En el encuentro, Jiménez hizo pedagogía sobre una problemática que ya es un gran quebradero de cabeza en las democracias occidentales y del que aún no se tienen los suficientes datos, en opinión de esta experta en la materia, como para plantear soluciones concretas y automáticas. “Lo primero que hay que hacer es tomarse muy en serio el tema, ejecutar una profunda recopilación de datos, hacer un buen diagnóstico”, continuó ante un auditorio de 40 profesionales de la comunicación, la judicatura o la política interesados en este problema que ya condiciona las campañas electorales en medio mundo y suponen uno de los desafíos más importantes de los países avanzados (Francia o Alemania ya se plantean legislar para intentar superarlo).
Los bulos, las noticias falsas, las estadísticas manipuladas o descontextualizadas, las informaciones contaminadas en origen y a sabiendas… La desinformación es un fenómeno en expansión, con multitud de aristas y reflejos, difícil de diagnosticar y aún más difícil de combatir. “Hablar solo de fake news es caer en el reduccionismo, es algo que está evitando hacer la Comisión Europea y que todos debemos eludir también”, explicó Jiménez, periodista de El Objetivo (La Sexta), colaboradora de Julia en la Onda (Onda Cero) y cofundadora de maldita.es, portal que aglutina Maldita Hemeroteca, Maldito Bulo, Maldito Dato y Maldito Deporte y que se dedica precisamente a combatir la desinformación y poner ante sus contradicciones a los protagonistas del debate público.
Jiménez fue crítica con el tratamiento que los partidos están dando al asunto, en España y en el exterior (“se está utilizando partidistamente, como arma arromadiza y sin rigor, por eso entre otras cosas el término fake news ya no define adecuadamente el problema”) y se esforzó en dibujar la complejidad de un tema que no se limita a la proliferación de noticias falsas y que aglutina hasta los memes sesgados que se mueven por whatsapp y que en última instancia es fruto de un mal mayor: “un ecosistema mediático en crisis, donde no hay modelo de negocio claro y el 58 % del consumo procede de las redes”.
La obsesión por los clicks, la influencia de las redes en el tráfico digital o la carrera por ser el más rápido en dar la noticia conforman un círculo vicioso que acentúa la tendencia al amarillismo, la exageración y la ausencia de rigor, agravando cada vez más la situación.
Todo ello con sospechas de injerencias rusas en las campañas electorales de Occidente, incluida las catalanas del 21 de diciembre (Jiménez asegura que "no hay datos para concluir que existieron, pero tampoco que no existieron"), y con el riesgo de que los gobiernos tomen cartas en el asunto recortando la libertad de prensa. “Ese es el problema de legislar sin tener bien detectado y calibrado el tema, que se pondrían filtros en las redes, en las noticias, etc de un modo muy peligroso y desde la administración, rayando en la censura o imponiéndola”, continuó Jiménez.
Para evitarlo, es partidaria -al igual que el grupo asesor de la Comisión Europea- de que “no se legisle nada, a ningún nivel” sin que antes se tomen otras medidas, como "dar apoyo financiero al periodismo online", elaborar "códigos de buenas prácticas", impulsar "verificadores independientes", invertir en "alfabetización digital" (“hay que enseñar a verificar, desde pequeños, la educación es fundamental en todo esto”) u "ofrecer la máxima transparencia desde los organismos públicos".
“No hay solución a corto plazo, sería muy arriesgado que un organismo oficial se pusiera a decir qué es falso y qué no lo es, no podemos crear Ministerios de la Verdad”, concluyó Jiménez, para quien el principal objetivo a corto plazo es contribuir a crear conciencia social de la gravedad del problema y de la necesidad de que todos contribuyamos a combatirlo.
Fotografías: María Rosa de Isasa